Balance

Voto útil, polarización y baja participación: claves de las elecciones legislativas en CABA

Pablo Pérez Paladino, analista político y director de Enter Comunicación pone el foco en el resultado de las elecciones porteñas y su impacto nacional.
lunes, 19 de mayo de 2025 · 16:28

La gran elección de La Libertad Avanza con Manuel Adorni como figura central reordenó el mapa político. La centro-derecha sumó más del 55% de los votos, pero con un nuevo equilibrio de fuerzas. El Partido Justicialista volvió a quedar relegado, y la participación alcanzó su piso histórico.

Las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires dejaron datos reveladores y, en algunos casos, sorprendentes. El más impactante: Manuel Adorni, vocero presidencial y cabeza de lista por La Libertad Avanza, obtuvo el 30% de los votos y se impuso sobre las listas del PRO, la UCR, la Coalición Cívica y Horacio Rodríguez Larreta juntos. Todos ellos, alguna vez integrantes del espacio que fue emblema de la centro-derecha en el país y en la Ciudad: Juntos por el Cambio.

Así, La Libertad Avanza no sólo consolidó su presencia electoral en CABA, sino que desplazó al armado tradicional de la centro-derecha que dominó la escena política porteña durante casi dos décadas. El espacio de Milei, una vez más, mostró capacidad para disputar el liderazgo en igualdad de condiciones.

Nacionalización inevitable

Aunque el calendario electoral porteño fue desdoblado con el argumento de enfocarse en debates locales, la campaña se nacionalizó desde el primer día. Las preocupaciones, los mensajes y los discursos giraron mayoritariamente en torno a la economía, el rumbo del gobierno nacional y la necesidad (o no) de frenar al kirchnerismo, temas de proyección nacional antes que comunal. Tanto en la Ciudad como en la provincia de Buenos Aires, la lógica electoral sigue respondiendo a clivajes nacionales.

En ese marco, el mensaje que terminó prevaleciendo fue: “¿quién es hoy el más capaz de frenar al kirchnerismo?”. Por eso, muchas encuestas previas sobrestimaban las chances de Leandro Santoro, cabeza de lista del Frente de Todos, y subestimaban el voto útil opositor, que terminó alineándose detrás de las opciones más competitivas, en este caso, LLA por encima del PRO.

Y un dato más, que amplía la lectura nacional: de las seis elecciones provinciales que se celebraron hasta ahora en el país, esta es la primera que pierde el oficialismo. La Ciudad, entonces, funcionó como el primer revés electoral para Jorge Macri, con implicancias directas sobre la estrategia del gobierno para el resto de su periodo.

Una elección que concentró y excluyó

Otro dato clave de esta elección fue el alto nivel de concentración: de las 17 listas que se presentaron, solo 5 lograron meter legisladores. Entre ellas, la izquierda fue la última en superar el umbral, logrando un solo escaño con su primer candidato. En un clima de apatía electoral y polarización, los espacios pequeños quedaron al margen de la conversación pública y del reparto legislativo.

Campañas cerradas sobre los propios

Tanto el PRO como La Libertad Avanza hicieron campañas orientadas casi exclusivamente al voto duro, sin mayores esfuerzos de ampliación hacia el centro o los indecisos. La comunicación estuvo marcada por los discursos cerrados, la presencia en redes y la reafirmación identitaria. El Frente de Todos, por su parte, no logró romper el cerco emocional que generó su propia gestión pasada, ni ofrecer una narrativa alternativa creíble al presente.

La consecuencia fue un electorado encapsulado, donde el voto no se movió por propuestas, sino por afinidad o rechazo. Y el resultado lo mostró: más que ganar adhesiones nuevas, las fuerzas se disputaron el mismo electorado de siempre con distintos niveles de eficacia.

Adorni, el vocero que se convirtió en candidato

Adorni representa una figura novedosa: no proviene de la política tradicional, LLA no tiene estructura propia en la Ciudad y su campaña fue austera en términos clásicos, centrándose fuertemente en redes sociales y aprovechar ciertos anuncios nacionales. Sin embargo, capitalizó al máximo su visibilidad como vocero presidencial y el arrastre de la figura de Javier Milei, funcionando como un canal directo hacia el votante libertario, pero también como una válvula de escape para el voto cansado de la política tradicional.

Su elección no fue solo un triunfo personal: fue un reordenamiento del tablero porteño, que obliga a todos los actores a repensar su estrategia de cara a 2027.

Participación en caída libre

El dato más preocupante, sin embargo, fue la baja participación, que apenas rozó el 53% del padrón. Se trata de un piso histórico para la Ciudad de Buenos Aires, un distrito tradicionalmente movilizado, con fuerte cultura cívica y protagonismo político.

¿Desencanto? ¿Desconexión con la oferta electoral? ¿Campañas que no movilizan? Todas pueden ser respuestas válidas, pero lo cierto es que la democracia representativa da señales de desgaste, incluso en sus zonas más sólidas.

¿Y ahora qué?

La elección dejó varios interrogantes abiertos para lo que queda del 2025 electoral. El primero: ¿cómo se reconfigura el espacio de centro-derecha después de esta fractura? El PRO, que gobernó la Ciudad durante 16 años y ganó 11 elecciones consecutivas, sufrió su primera derrota en el distrito que supo administrar y dominar. Su interna expuesta, sus mensajes ambiguos y la falta de una figura aglutinante fueron claves en el retroceso. Mientras tanto, el partido quedó atrapado en un debate con Horacio Rodríguez Larreta, un ex jefe de gobierno y ex dirigente de su misma fuerza, lo que evidencia la falta de renovación interna y horizonte claro.

En paralelo, la elección se transformó, en los hechos, en un plebiscito a la gestión económica de Javier Milei. A pesar del ajuste, la recesión y la caída del poder adquisitivo, una porción significativa del electorado porteño validó con su voto el rumbo del gobierno nacional, al menos como herramienta para evitar el regreso del kirchnerismo.

Conclusiones: un nuevo mapa para la centro-derecha

La elección porteña dejó en claro que la centro-derecha conserva la mayoría social, pero ya no bajo un mismo paraguas. La fractura de Juntos por el Cambio es real y se expresa en votos. La competencia dentro del mismo espacio ideológico está lejos de resolverse, y el liderazgo opositor quedó formalmente en disputa entre el PRO y La Libertad Avanza.

La izquierda resiste en el margen. El peronismo busca cómo volver a interpelar a una ciudad que ya no lo escucha. Y buena parte del electorado simplemente decidió no ir.

El mapa cambió. Ahora habrá que ver quién sabe leerlo.