La victoria libertaria en CABA el pasado domingo 18 de mayo donde quebró 20 años de hegemonía del PRO, fue toda una sorpresa para los desprevenidos (en lo que me incluyo). En el triunfo del vocero presidencial, Manuel Adorni, se mostró una nueva estrategia comunicación que ha llamado la atención en los círculos rojos del país pues la mordacidad de los mensajes y su extrema vitalización, nos hacen recordar a campañas electorales en países como Estados Unidos, Brasil, Hungría, Italia y por supuesto, Rusia.
La Libertad Avanza (LLA) no ganó la elección con un discurso para mejorar la gestión en la Capital Federal sino, derrota al macrismo porque supo leer el agotamiento de un electorado hastiado de la política tradicional y con muchas ganas que le cuenten otra historia.
Santiago Caputo, asesor estrella y parte del “triángulo de hierro” presidencial, hecho a andar una estrategia comunicacional que ya ha funcionado en varios países del globo y que replicó de una forma excepcional el escritor italiano Giuliano da Empoli. Hablamos del libro “Los ingenieros del caos” donde nos explica en detalle que el nuevo poder no se construye desde las instituciones y los consensos, sino desde el relato.
Para entender este caos donde nos ha sumido LLA, hay que dejar de pensar las estrategas comunicacionales de siglos pasados donde encontrábamos axiomas como: para ganar hay que convencer. Los nuevos “ingenieros del caos”, como analiza Giuliano da Empoli, operan bajo otra lógica: para ganar hay que movilizar emociones primarias y si son negativas, mejor.
Si nos posicionamos en la estrategia del equipo de Caputo, vamos a observar que, de una forma exitosa, aplica tres reglas del populismo digital global: simplificación extrema; enemigo único y economía de la atención. Cuando escuchamos al Presidente Argentino vemos que no le habla al ciudadano de planes de gobierno sino, de enemigos. Su discurso se reduce a eslóganes emocionales: "la casta", "los zurdos", "los periodistas ensobrados". Es indudable que los que se hacen llamar “Fuerzas del Cielo” entendieron que en la era de X, TikTok y YouTube, la política ya no se gana con propuestas detalladas, sino con identidad tribal.
Los "ingenieros del caos" no buscan convencer, sino agotar. Cuando Javier Milei llama "inútiles" a sus críticos o dice que "la política es sucia", no está pidiendo diálogo, sino deslegitimando el juego democrático. Esa estrategia, como explica da Empoli, crea un vacío que solo ellos pueden llenar. Si nos posicionamos en las pasadas elecciones en capital Federal, el PRO intentó refutar con datos lo que decían los tuiteros libertarios, pero en la política moderna, los hechos son secundarios. Lo que importa en una campaña moderan es quién controla el relato y por supuesto “quien tira la primera piedra”.
Criticar a Milei por su estilo o a Santiago Caputo por su estrategia (que debemos decir es muy efectiva) es inútil. Ellos están jugando un juego nuevo mientras el PRO, el Kirchnerismo o la UCR siguen creyendo que se trata de propuestas y debates. El populismo digital del siglo XXI no se derrota con lógica, sino con narrativa. Si la oposición quiere recuperar terreno, deberá aprender a pelear en el mismo ring: el de las emociones, los símbolos y, sí, el caos.