Guillermo Mosso
La falla en el planteo del exgobernador
El autor de la columna, Guillermo Mosso, remarca que la minería es una actividad de largo plazo, de riesgo y con retornos moderados, no un negocio inmediato. Cuestiona los planteos esgrimidos por el exgobernador Arturo Lafalla en la audiencia pública.En la audiencia pública del Proyecto San Jorge Cobre Mendocino, el exgobernador Arturo Lafalla planteó reparos a los supuestos beneficios económicos que podría generar la inversión. Lo hizo con una cuenta simplista: cuánto se invierte, cuánto se gana, cuánto queda de beneficio. Y ahí está, precisamente, la falla: un error técnico de trazo grueso que no se corresponde con la realidad de la industria minera ni con el momento en que se encuentra el proyecto. Parte de un supuesto falso: que hoy ya se puede dar un número definitivo de rentabilidad.
Además, no utiliza una metodología adecuada para estimar beneficios ni rentabilidades, hace una mezcla de datos, multiplicaciones, deducciones, supuestos de distintas fuentes, sin aplicar ninguna herramienta procedente para una evaluación económica. Aclaro de entrada: esto no es una defensa del balance de una empresa, sino de la industria minera y de cómo se evalúa su rentabilidad. Porque la minería no es un kiosco que se monta en seis meses y empieza a dejar ganancias al año siguiente. Es una actividad que requiere años de exploración, estudios, permisos, ingeniería y financiamiento antes de mover la primera piedra.
En este caso, el proyecto está en prefactibilidad avanzada, tramitando la Declaración de Impacto Ambiental. Sólo después de obtener ese permiso se pasa a la etapa de factibilidad, que incluye la ingeniería de detalle, el cálculo fino de costos e ingresos y la confirmación final de la viabilidad económica. Esa etapa lleva más tiempo e inversión en nuevos estudios. Pretender que hoy se presenten esos números es desconocer cómo funciona la minería.
Sin ir más lejos, el proyecto Josemaría -que hoy llena titulares por integrar el distrito Vicuña junto a Filo del Sol y conformar la posible inversión mas grande de la historia argentina-, obtuvo su Declaración de Impacto Ambiental en 2022 y, desde entonces, ha seguido avanzando en estudios para ajustar costos y asegurar las inversiones necesarias para su construcción. Así es como funciona esta industria: primero permisos, luego factibilidad ajustada, y recién después la decisión final de inversión.
Cómo se calcula la rentabilidad minera
En minería, la rentabilidad no se obtiene multiplicando toneladas por precio y restando costos, como en una cuenta de almacenero. De acuerdo a estándares internacionales como JORC (Australia) o NI 43- 101 (Canadá), el cálculo de rigor incluye:
- ? Proyección de precios a largo plazo, basada en escenarios conservadores y ajustada por volatilidad.
- ? Estimación de costos de capital (CAPEX), la inversión requerida para construir la mina, incluyendo contingencias.
- ? Estimación de costos operativos a lo largo de la vida útil del proyecto (OPEX) incluyendo contingencias.
- ? Análisis de vida útil de la mina, considerando cuándo se alcanza la capacidad de diseño y cómo declina la producción.
- ? Descuento de flujo de fondos para obtener el valor presente neto (VAN) de los ingresos futuros.
- ? Tasa Interna de Retorno (TIR) como indicador de viabilidad económica.
- ? Ajustes por riesgos financieros, operativos, logísticos y regulatorios.
No puede dejarse de lado, en la evaluación de un proyecto de inversión de cualquier tipo, pero sobre todo en los de muy largo plazo, el concepto del Valor del Dinero en el Tiempo. Esto significa que lo que se produzca en el año 20 o 25 no se valora igual que hoy: se descuenta a valor presente.
A esto se suma que los costos de construcción suelen desviarse de los presupuestos originales por imprevistos. Sucede hasta con la refacción o edificación de una vivienda. El proyecto Quebrada Blanca II, en Chile, proyectado en U$S 4.200 millones, terminó costando U$S 8.000 millones. Ese incremento cambió por completo las proyecciones iniciales. Algo similar ocurrió con Potasio Río Colorado.
La volatilidad de los precios internacionales es otro factor determinante. Basta mirar el caso del litio: hubo proyectos factibilizados con precios de U$S 20.000 o U$S 25.000 la tonelada; luego, el valor subió a U$S 70.000, pero duró un suspiro. Hoy, con precios cercanos a los U$S 10.000, sólo los proyectos de mayor calidad logran cubrir costos. Este ejemplo demuestra por qué no se puede usar un precio único para proyectar rentabilidades de forma lineal. Por eso, las rentabilidades son variables en el tiempo por cambios en las leyes de mineral (la concentración del mineral valioso en la roca extraída) y en los precios y costos que fluctúan, por lo que las mismas difieren en cada proyecto y están muy lejos del 100% que insinúa Lafalla
RIGI y presión tributaria: no es lo mismo
El ex-gobernador mezcla en su planteo dos cosas distintas: la presión tributaria actual y el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones). La presión tributaria es la carga impositiva que ya existe. El RIGI es un régimen pensado para atraer inversiones de capital intensivo -no solo en minería-, creando una especie de “burbuja macroeconómica” que otorgue estabilidad y competitividad frente a los problemas coyunturales del país a proyectos de largo plazo.
Pensemos que un proyecto minero promedio que entierre inversiones en la Argentina deberá atravesar la gestión de 4 o 5 gobernadores y presidentes distintos (salvo reelecciones). Esa estabilidad es clave para atraer capitales.
El proyecto Proyecto San Jorge Cobre Mendocino no está adherido al RIGI, por lo que no tiene sentido incluirlo en este debate como si fuera un beneficio vigente.
En definitiva, cuando se opina sobre temas de alta complejidad técnica en un foro público, y más aún habiendo sido gobernador, lo mínimo es informarse (en este caso, sobre herramientas adecuadas para medición de beneficios), en qué etapa está el proyecto y cuáles son los parámetros que corresponden a esa instancia. De lo contrario, se corre el riesgo de instalar en la opinión pública la falsa idea de que la minería es un negocio instantáneo y descomunal, cuando en realidad es una actividad de riesgo, con retornos moderados y adecuados al riesgo de la actividad y bajo estricta regulación ambiental y social. Es abonar el mito de que la minería se la lleva toda, aún cuando no haya sido la intención.
Defender la minería no es defender a una empresa en particular. Es defender una industria que, si se la deja avanzar cumpliendo estándares internacionales y exigencias legales, puede aportar desarrollo, empleo e ingresos a Mendoza. Y para eso, lo primero es hablar con rigor y con información, no con simplificaciones que suenan bien pero que no resisten el análisis técnico.