El cardenal ultraconservador Raymond Leo Burke celebrará este sábado una Misa según el antiguo rito tridentino en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, un evento que el sector tradicionalista celebra como una victoria y el primer permiso de este tipo en el corazón del catolicismo desde las restricciones impuestas por el Papa Francisco en 2021 a través del motu proprio Traditionis Custodes. Este documento había abrogado la política más laxa de su predecesor, Benedicto XVI (Summorum Pontificum), que buscaba reconciliarse con los tradicionalistas al permitir la misa en latín (anterior al Concilio Vaticano II) como "forma extraordinaria". El Papa Francisco había justificado sus restricciones al observar que algunos grupos usaban el antiguo rito para bloquear las enseñanzas del Concilio Vaticano II y crear divisiones en la Iglesia.
La autorización para que el cardenal Burke celebre en San Pedro, atribuida por los ultraconservadores a una supuesta intervención del nuevo Pontífice, el Papa León XIV, es vista como un gesto de distensión y una fuerte presión para que se levanten por completo las restricciones impuestas por Francisco. Si bien el nuevo Papa, que fue electo en mayo pasado, ha manifestado seguir la huella de Francisco en sustancia y busca la unidad de la Iglesia, se enfrenta ahora a la difícil tarea de trazar un rumbo entre las posturas opuestas de sus predecesores respecto a la liturgia. El teólogo Terence Sweeney señaló que León XIV debe definir "cuál es fundamentalmente el camino correcto" en este conflicto entre visiones de la fe católica.
Para los sectores ultraconservadores de la Iglesia este sábado será un día de victoria: a las tres de la tarde el cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, defensor y punta de lanza de este grupo, celebrará una misa según el antiguo rito tridentino en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, el corazón del catolicismo.
Se trata de la antigua misa en latín, anterior al Concilio Vaticano II, a la que el papa Francisco le impuso restricciones en julio de 2021 con el motu proprio Traditionis Custodes. Y que justamente desde entonces no pudo celebrarse durante la peregrinación a Roma organizada por Coetus Internationalis Summorum Pontificum, un grupo devoto de este antiguo rito.
El cardenal Raymond Burke.
“Es motivo de alegría que, por primera vez desde la aplicación de Traditionis Custodes, se autorice la celebración de la misa tradicional en el altar de la Cátedra de San Pedro, en la basílica vaticana, cuando el rito tridentino había sido prácticamente prohibido. Sin duda, hay que atribuir el mérito al papa León XIV, probablemente a petición del cardenal Burke”, anunció en septiembre pasado el portal de los ultraortodoxos lefebvrianos de la Fraternidad San Pío X.
“Durante las primeras peregrinaciones ad Petri Sedem (a la sede de Pedro), la misa tridentina se celebraba libremente en la basílica de San Pedro. Pero en marzo de 2021, la Secretaría de Estado prohibió las misas privadas según el rito tradicional, permitiéndolas solo en la pequeña capilla Clementina”, añadió.
El mismo sitio recordó que tras la publicación de Traditionis Custodes, “la peregrinación no obtuvo autorización para celebrar en la basílica vaticana durante el año 2022, prohibición que se mantuvo en los años siguientes”. “Entonces hubo que trasladarse a la iglesia de la Trinidad de los Peregrinos o al Panteón”, relató.
“Sin embargo, este año se levanta la prohibición”, celebró. “Esperemos que este hecho no sea un caso aislado, sino que se levanten por completo las restricciones absolutamente injustas y totalmente contrarias a la tradición y al derecho que pesan sobre la celebración del rito llamado de San Pío V, y que el rito tradicional pueda ser celebrado libremente por todos los sacerdotes que lo deseen. Esto es lo que siempre ha pedido la Fraternidad Sacerdotal San Pío X”, auspiciaron.
Con el documento Traditionis Custodes, que cayó como una bomba en los sectores ultraconservadores, en julio de 2021 Francisco abrogó el motu propio “Summorum Pontificum” con el que su predecesor, Benedicto XVI, en 2007 había rehabilitado la misa con este viejo rito, creado por San Pío V después del Concilio de Trento (1542-1563) y aggiornado por Juan XXIII en 1962.
Entonces Benedicto XVI, para reconciliarse con los sectores tradicionalistas que nunca digirieron la reforma litúrgica de 1970, fruto del Concilio Vaticano II -que significó la gran revolución de las misas habladas en los idiomas nacionales, con el sacerdote enfrentado a la asamblea y ya no de espaldas-, indicó que era posible en “forma extraordinaria” la misa tridentina en latín, sin necesidad de pedirle permiso al obispo para celebrarla. Intentaba reconciliarse, así, también con los seguidores del obispo francés Marcel Lefebvre, excomulgado por el papa Juan Pablo II en 1988 por ordenar a cuatro obispos sin su aprobación.
Trece años después, en 2021, Francisco decidió dar marcha atrás después de encargarle a la entonces llamada Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) que realizara una consulta “capilar” con obispos de todo el mundo, a quienes se les mandó un cuestionario sobre el tema.
Con un nuevo decreto (Traditionis Custodes), estableció que sólo hay una “única” forma de “lex orandi” del rito romano, la de los libros litúrgicos promulgados por los santos Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con el Concilio Vaticano II. Y dictaminó que si alguien quiere celebrar la misa con el antiguo rito en latín debe ser autorizado por el obispo del lugar, siguiendo las orientaciones de la Santa Sede. Tomó esta decisión al advertir que algunos grupos usaban el antiguo rito tridentino para bloquear las enseñanzas del Concilio Vaticano II y “para aumentar las distancias, endurecer las diferencias, construir contraposiciones que hieren a la Iglesia y frenan su camino, exponiéndola al riesgo de divisiones”, explicó.
En medio de una pulseada entre dos visiones distintas del tema, el hecho de que este sábado el cardenal Burke -que fue recibido en audiencia por León XIV más de una vez- pueda celebrar en la Basílica de San Pedro con el viejo rito tridentino, para el sector ultraconservador representará una victoria. Si bien la autorización obtenida es considerada como un gesto del nuevo Pontífice hacia este sector, también significa una fuerte presión para que, en el futuro, levante las restricciones que le había impuesto Francisco al viejo rito tridentino y reestablezca las disposiciones más laxas de Benedicto XVI.
Más allá que los sectores ultraconservadores aplauden el estilo del nuevo Papa estadounidense León XIV, que al igual que Benedicto XVI, se pone la tradicional muceta roja que Francisco había dejado de lado, habrá que ver qué pasa con esta presión. Desde que fue electo, en mayo pasado, León, que en la sustancia sigue la huella de Francisco, dejó en claro que busca la unidad de la Iglesia y evitar su polarización.
“No envidio al papa León XIV, mientras decide cómo abordar los edictos papales opuestos sobre la celebración del rito tridentino”, escribió días atrás el teólogo estadounidense Terence Sweeney, en un artículo titulado “El problema de la misa en latín del Papa León” que publicó el medio jesuita estadounidense America Magazine.
“Sus predecesores, el papa Benedicto XVI y el papa Francisco, adoptaron enfoques marcadamente diferentes para la reforma litúrgica”, constató Sweeney, que consideró que “León debe trazar un rumbo entre ellos, definiendo cuál es fundamentalmente el camino correcto”.