Los vecinos del barrio Unimev, Guaymallén, lloran la partida de Ramón, el perro más querido de la plaza. El mejor amigo de niños, niñas y grandes falleció después de acompañar a la comunidad por más de 15 años. Compartía tardes enteras con los más pequeños en la plaza.
Ramón no tenía un solo dueño: pertenecía a todos. Los carniceros, panaderos y vecinos de la zona se encargaban de que nunca le faltara comida y lo cuidaban con el mismo cariño que él regalaba día a día. Siempre fiel, sabía distinguir cuando alguien desconocido pasaba por el barrio.
Su presencia marcó el corazón de muchos, incluso fue testigo de muchas bodas en la iglesia de la zona.
Hoy, la plaza y las calles de Unimev se sienten vacías sin su figura. Ramón fue más que un perro: fue un compañero, un protector y un símbolo de amor incondicional.