Un review científico reciente desmantela la creencia popular de que los perros pueden desarrollar un lenguaje verbal humano. Aunque su anatomía y habilidades cognitivas son flexibles, los expertos priorizan entender la comunicación natural del perro sobre la ilusión del habla, que a menudo es solo una interpretación humana.
Anatomía y cognición: ¿pueden hablar realmente?
La fascinación cultural por el "perro que habla" se debe a la tendencia humana a antropomorfizar a nuestras mascotas. Un estudio reciente exploró la plausibilidad científica de que la vocalización canina evolucione hacia una comunicación similar al habla humana, analizando sus características anatómicas, cognitivas y evolutivas.

Los investigadores concluyeron que, si bien el lenguaje plenamente desarrollado es exclusivo del ser humano, los perros poseen la suficiente flexibilidad vocal para producir sonidos parecidos al habla. En particular, las razas braquicefálicas (cabeza corta) podrían haber ganado una mayor flexibilidad durante la domesticación.
La ilusión del lenguaje
A pesar de que videos virales muestran perros que "dicen" palabras como "I love you," la ciencia aclara que estos animales no están realmente hablando. Este fenómeno se debe a la percepción categórica humana, donde nuestro cerebro, sintonizado para procesar el habla, interpreta ladridos o gemidos naturales como si fueran palabras.
El estudio advierte que la factibilidad y deseabilidad de que los perros desarrollen lenguaje hablado son cuestionables. El foco, en cambio, debe ponerse en sus ya avanzadas habilidades comunicativas no verbales y vocales:
- Comunicación Heterospecífica: Los perros son excepcionalmente hábiles en la cooperación con los humanos y pueden discriminar vocalizaciones emocionales, ajustando su comportamiento social y emocional con precisión.
- Entendimiento Referencial: Demuestran tener representaciones mentales de objetos que asocian con sonidos, navegando con éxito nuestro mundo comunicativo.
El verdadero valor, señalan los expertos, radica en comprender y respetar los canales de comunicación natural de los perros, en lugar de intentar forzarlos a un lenguaje verbal que es, evolutivamente, humano.