Durante mucho tiempo, los expertos creyeron que la Tierra mantenía un perfecto "balance" o simetría entre sus dos mitades, el Hemisferio Norte (NH) y el Hemisferio Sur (SH). La idea era que ambos lados absorbían casi la misma cantidad de energía que viene del sol.
Sin embargo, tras analizar más de dos décadas de datos satelitales (del sistema CERES) , los científicos han encontrado que esta regla se está rompiendo. El estudio revela que el Hemisferio Norte se está "oscureciendo" más rápido. Esto significa que, en comparación con el Sur, el Norte está absorbiendo una mayor cantidad de la luz solar que llega a la Tierra.
El Hemisferio Norte está absorbiendo más energía solar y, al mismo tiempo, emitiendo más calor (radiación saliente) en comparación con el Sur.
¿Por qué se rompe el equilibrio?
Esta pérdida de equilibrio se debe a varios cambios importantes en el planeta:
- Menos polución: la reducción de la contaminación del aire (aerosoles) en regiones como Norteamérica, Europa y Asia permite que más luz solar llegue a calentar la superficie del Norte.
- Derretimiento de hielo: el hielo y la nieve son brillantes y reflejan el sol. Las mayores pérdidas de hielo marino y nieve en el Norte hacen que esa zona se vuelva más oscura, lo que provoca que absorba más calor.
- Vapor de agua: los cambios en la cantidad de vapor de agua en la atmósfera también contribuyen a que el Norte absorba más energía.
Consecuencias peligrosas para el clima global
Este desajuste tiene implicaciones serias para cómo funciona nuestro planeta:
- Cambio de corrientes: el equilibrio de energía de la Tierra es el principal motor de las corrientes de aire y mar. Este desajuste afecta directamente cómo el calor se mueve a través del océano y la atmósfera.
- Calentamiento desigual: el Norte ya se está calentando más rápido que el Sur. Esto provoca que las lluvias tropicales se desplacen hacia el Hemisferio Norte.
- Las nubes no ayudan: una de las grandes sorpresas es que las nubes, que históricamente compensaban cualquier desequilibrio , no están logrando evitar esta asimetría. Esto sugiere que hay un límite a la capacidad de la naturaleza para corregir el daño.
El gran interrogante para el futuro es si la circulación global podrá eventualmente ajustarse para restaurar este balance. La respuesta a esto es crucial para el futuro de nuestro clima.
