Un equipo de científicos ha logrado descifrar uno de los grandes enigmas de la evolución humana: el origen del bipedalismo. Un estudio reciente, publicado en la prestigiosa revista Nature, revela cómo una serie de cambios genéticos y en el desarrollo de la pelvis nos permitió caminar sobre dos pies, un rasgo que nos diferencia de nuestros parientes primates.
El bipedalismo, que define al ser humano, es posible gracias a una pelvis con una forma única, similar a un cuenco. La investigación analizó este hueso y descubrió dos innovaciones clave que ocurrieron durante nuestra evolución:
Un cambio en la orientación de la placa de crecimiento
A diferencia de otros primates, la placa de crecimiento del cartílago en el íleon (el hueso superior de la pelvis) se reorientó de forma perpendicular. Esto permitió que el hueso se hiciera más ancho y más corto, una forma ideal para el bipedalismo.

Un nuevo patrón de formación ósea
El estudio demostró que la osificación (la formación de hueso) en el íleon humano es única y se retrasa en comparación con otros primates. En nosotros, el hueso se forma primero en la periferia de la pelvis, lo que permitió su crecimiento en anchura y su forma característica.
Este descubrimiento no solo nos ayuda a comprender nuestra propia historia evolutiva, sino que también abre nuevas puertas para la investigación en el campo de la biología del desarrollo y la genética. La clave para entender cómo nos convertimos en lo que somos, podría estar escondida en la forma en que se construyen nuestros propios huesos.