El mensaje de que "nunca es tarde para dejar de fumar" ha adquirido una nueva y poderosa justificación en el ámbito de la salud cerebral. Un estudio longitudinal a gran escala, realizado por investigadores como Mikaela Bloomberg y Jamie Brown, demostró que el abandono del tabaco en la mediana o avanzada edad se asocia con un deterioro cognitivo significativamente más lento en comparación con quienes mantienen el hábito.
La investigación, que analizó 18 años de datos cognitivos de 9.436 participantes fumadores de 12 países de Europa y Estados Unidos , buscaba determinar si los beneficios cognitivos de dejar el cigarrillo eran transitorios o si se traducían en una mejora duradera de la trayectoria cognitiva.

El beneficio medible: tres años de respiro cognitivo
El hallazgo principal es contundente: en el periodo de seis años posterior al abandono del tabaco, los exfumadores mostraron tasas de declive en la memoria y la fluidez verbal notablemente más lentas que sus pares que siguieron fumando. Es importante destacar que, antes de dejar el hábito, ambos grupos presentaban tasas de deterioro similares, lo que fortalece la conclusión de que la mejora es consecuencia directa de la cesación.
El beneficio se tradujo en una ganancia cuantificable para la salud cerebral:
- Dejar de fumar a una edad avanzada se asoció con un retraso en el declive cognitivo que corresponde a hasta 3 años de envejecimiento cognitivo en un periodo de 6 años.
- Este beneficio se acumula con el tiempo y es un dato particularmente relevante, considerando que las terapias actuales para la enfermedad de Alzheimer solo retrasan la progresión del deterioro en alrededor de 5 meses en un periodo de 18 meses.
Motivación clave para la tercera edad
La conclusión de los autores es que los exfumadores tuvieron trayectorias más favorables independientemente de la edad a la que dejaron de fumar. Esto sugiere la potencial reversibilidad de los daños cognitivos relacionados con el tabaco.
Dado que los adultos mayores son el grupo que experimenta las consecuencias más graves del tabaquismo, pero son menos propensos a intentar dejar de fumar, el estudio ofrece un argumento de salud pública crucial.
Los resultados reafirman el mensaje de que la cesación tabáquica, incluso más tarde en la vida, tiene beneficios significativos y a largo plazo para la función cognitiva , ofreciendo una nueva y poderosa motivación para las iniciativas de salud pública.