Datos duros

El consumo per cápita de vinos llegó al valor más bajo de la historia

El 2024 cerró con 16,3 litros per cápita, un número sin precedente en Argentina. Cuáles son las causas y qué pasa en otros países productores.
viernes, 9 de mayo de 2025 · 07:16

La vitivinicultura argentina no le encuentra la vuelta al mercado interno. Si bien en el comienzo del 2025 se vieron algunos indicios de recuperación, los datos históricos demuestran que el sector sigue cuesta abajo.

Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en 2024 el consumo per cápita fue de apenas 16,3 litros. Se trata del valor más bajo de la historia e implica una caída de 0,4 litros en relación al año anterior.

Para entender con mayor claridad qué significan estos números, resulta interesante repasar cómo se comportaba el mercado hace algunas décadas. Según la información oficial publicada por el Gobierno nacional, el pico de consumo fue en 1970, con 91,8 litros per cápita, es decir 75,5 litros más que en la actualidad. A partir de ese año las ventas comenzaron a caer de forma estrepitosa, casi sin descanso.

Además, la Argentina se encuentra muy lejos del consumo per cápita de otros países productores. El ranking mundial lo lidera Portugal con 67,5 litros per cápita. Le siguen Francia (47,4 litros), Italia (44,4), Suiza (35,5) y Austria (30,8), según datos del Observatorio Vitivinícola actualizados a 2023. Argentina se encontraba en el puesto once en 2023, pero con la baja del último año puede haber descendido algún lugar más.

Por qué se derrumba el consumo

Para Sergio Villanueva, director ejecutivo de la Unión Vitivinícola Argentina, este fenómeno responde a una transformación cultural y de consumo que tomó a la industria a contramano. “Hay un cambio de época. Los otros países también están cayendo, pero parten de consumos mucho más altos y con fuerte influencia del turismo”, explicó.

Villanueva señaló que los cambios generacionales, las nuevas pautas de consumo y las restricciones legales impactaron de lleno. “El gran error fue en los 90, cuando se estigmatizaron los consumos populares. Hoy, todo el mundo ha mutado a otras bebidas alcohólicas y el vino quedó reservado para ocasiones especiales. A eso se suman las leyes de tolerancia cero, que operan sobre lo cotidiano”, analizó.

Además, advirtió que la cerveza supo adaptarse a tiempo y el vino no, aunque ahora algunas bodegas intentan aggiornar su oferta. “Hoy se buscan vinos de menos alcohol, más frescos y dulces. Hay una tendencia a lo ligero y a los envases más prácticos. El 86% de los vinos se venden a menos de $5.000 el litro, y eso se concentra en supermercados y almacenes”, puntualizó.

Villanueva sostuvo que buena parte de la industria sigue pensando en un consumidor tradicional que ya no existe. “El nuevo consumidor te hackea los hábitos de consumo establecidos por tradición. El desafío es modernizarse sin perder los valores históricos”, resumió.

Mirada optimista

Por su parte, Carlos Fiochetta, gerente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), reconoció la caída, pero planteó una lectura más optimista. “Si uno analiza otros países productores, ve que el consumo per cápita oscila entre los 18 y 20 litros. Argentina está cerca de esos valores. Probablemente el mercado se estabilice ahí”, consideró.

De cara al año en curso, Fiochetta señaló que las perspectivas son algo más alentadoras. “Se espera una mejor cosecha, cierta estabilidad de precios y, con la recuperación del poder adquisitivo, podría haber una leve mejora en el consumo”, anticipó.

El “factor bolsillo”

Desde el sector empresario, Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina, apuntó al deterioro de los ingresos como una de las causas principales de este desplome. “En este último año, mientras se reacomoda la economía, los ingresos quedaron muy desfasados respecto a todos los productos de la canasta básica. El vino no es un producto de primera necesidad. Cuando hay un poco más de oxígeno en el bolsillo, recién ahí vuelve a aparecer”, explicó.

Bressia también remarcó que las leyes de tolerancia cero al volante tuvieron un efecto concreto. “Eso hizo bajar mucho el consumo en todo el país”, afirmó. “A ese factor le sumó el auge de dietas que desalientan las bebidas alcohólicas por su carga calórica, algo que también limita su consumo cotidiano”, agregó.

Para el empresario, la expectativa de una mejora en la actividad económica y el levantamiento del cepo cambiario podría darle algo de aire al sector a partir de mitad de año.

Un mercado que busca reencontrarse

El consumo interno de vino en Argentina atraviesa un momento bisagra. Entre los cambios de hábito, las restricciones legales y las dificultades económicas, la industria vitivinícola intenta modernizarse sin perder su esencia. La reconversión de productos, envases y mensajes publicitarios ya está en marcha, pero el desafío de recuperar parte del terreno perdido en las mesas familiares y sociales será complejo.

Mientras tanto, la comparación histórica sigue siendo contundente: de los 91,8 litros per cápita de 1970 a los 16,3 actuales. Un reflejo de cómo cambió la cultura de consumo y de los desafíos que aún tiene por delante una de las actividades económicas más tradicionales de la provincia y el país.