Marcelo Colombo
"Hay una creciente incorporación de laicos en Mendoza"
El Arzobispo da su visión sobre la Provincia, habla de la película Cónclave y también explica su rol como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.Critica las "anteojeras electorales" de la dirigencia argentina, que impiden pensar a largo plazo, y recuerda la frase del Papa Francisco "nadie se salva solo". En cuanto a las vocaciones en Mendoza, las considera una "hermosa realidad" que abarca desde el sacerdocio hasta el matrimonio y el diaconado permanente, que ya cuenta con casi 80 personas. Mencionó que hay unos 18 seminaristas que ingresan con formación previa y un proceso acompañado. Celebra una creciente incorporación de laicos, atribuyéndola al trabajo de predecesores y al equipo actual.
Sobre la película "Cónclave", la encontró muy lograda al mostrar la tensión y las búsquedas humanas. Finalmente, se siente muy contento con su rol de presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, destacando un buen equipo de trabajo y la renovación del estatuto para una mayor transparencia y debate interno.
-¿Cómo ve la realidad de Mendoza?
-Tenemos una provincia que tiene una fuerte cultura propia local que la diferencia de otras, hay muchos signos de una vitalidad en la comunidad que hacen a uno esperanzarse con que puedan darse algunos pasos hacia un mayor diálogo y mayor entendimiento. Lo digo desde mi lugar de pastor. Hoy tuvimos un hermoso encuentro educativo generado por referentes de la educación privada, incluida la nuestra educación de gestión privada religiosa, con la participación de autoridades, y creo que esos son signos que edifican: poder concertar, dialogar, consensuar temas importantes.
Lo que siempre sostengo es que el lugar de la Iglesia no es solo el del culto, no es solo el del ejercicio de la solidaridad, entendido como asistencia, como emergencia; sino que hay un lugar donde la Iglesia puede ayudar en este diálogo y en estos puentes que las sociedades necesitan. Alguna vez charlando con dirigentes políticos, les pregunté cómo forman a sus dirigentes. Me dijeron que se forman en las lides cotidianas. No es que haya escuelas de dirigentes como había antes. Nosotros en la Iglesia sí tenemos formación de distintos niveles. No digo que sea la panacea, pero reconocemos que hay etapas y procesos que acompañar. Nosotros tenemos los espacios de la catequesis, de las formaciones especializadas. Creo que nuestros dirigentes tienen, en este sentido, un marco conceptual y uno le auspicia poder esto ponerlo al servicio de la sociedad.
-¿Qué le estaría faltando a la dirigencia?
-A mí me da la impresión que uno de los temas que tenemos en la Argentina en general son estas anteojeras electorales. Que entramos en una vorágine de marzo a octubre de pensar solo en términos de encuestas y de votos.
Esto que pasa en la Argentina, nos puede pasar también a nosotros, estar permanentemente en esa atención y hay que imaginar que hay que pensar a más largo plazo, no quedarnos solamente en la coyuntura.
Francisco, mucho antes que cualquiera, nos habló en la Plaza aquel 27 de marzo del año 20 de la pandemia, y dijo “nadie se salva solo”.
-¿Qué pasa en Mendoza con las vocaciones?
-Tenemos una hermosa realidad vocacional. Cuando uno dice vocación, piensa enseguida en el sacerdocio, pero en realidad la vida es vocación. Para nosotros la vocación en un sentido amplio también se refiere a matrimonios, a la vida consagrada, a la misión, a los catequistas, a los diáconos permanentes y al sacerdocio. Y en este sentido hay una creciente valoración de lo que son los ministerios en la Iglesia, desde la participación del laico.
En estos días, en un diario importante de la Argentina, salió un artículo bastante completo sobre el diaconado permanente. Bueno, Mendoza hace 40 años tiene el diaconado permanente y estamos en las casi 80 personas. Tenemos 103 sacerdotes y unos algunos más religiosos que vienen de otros lugares como parte de las congregaciones. Es decir que tenemos una vida intensa.
Concretamente los jóvenes que están entrando al seminario, sacando alguna excepción, vienen con estudios o con años de formación previa, a lo mejor se retrasa un poco el ingreso al seminario, pero son vocaciones que responden a un proceso acompañado por sacerdotes, religiosas y laicos para que no sean ingresos precoces o ingresos sin la reflexión.
Notamos con alegría, que se va consolidando una dinámica para formar el corazón del futuro sacerdote desde esas primeras manifestaciones. El número estamos en torno a los 18 seminaristas.
-¿Pero usted nota que se acercan más laicos?
-Viene más gente interesándose por estar, por formar parte. Hay una creciente incorporación del laicado.
-¿Eso pasa en Mendoza nada más?
-En Mendoza se está dando de una manera muy sostenida en el tiempo.
-¿Y a qué lo atribuye?
-Creo que al trabajo de mis predecesores, a un buen equipo de sacerdotes que ha estado siempre acompañando esta dinámica. En mi caso vengo con una experiencia importante también, y creo que toda esa confluencia nos ha dado una sinergia muy linda. Ahora mismo salgo de acá y tengo una reunión con el equipo de formación de los diáconos y los ministerios. Tenemos parroquias confiadas a laicos. Y esto significa que también podemos encomendar el cuidado de una comunidad, si sin dejar de recurrir al sacerdote para lo específicamente sacramental y evangelizador.
-¿Vio la película Cónclave?
-Evidentemente nadie imaginaba el final y no lo voy a “spoilear” por el diario, pero creo que es bastante comprensible esa estética bien cuidada de los espacios y de los lugares para demostrar lo que significa un momento con una cierta tensión.
No hablaría de catástrofe, sí de dramatismo, porque se ponen en juego verdaderas búsquedas humanas de responder a lo que Dios quiere para la Iglesia. En ese sentido me pareció muy lograda. Naturalmente, el final nos desconcertó a todos, pero también nos hizo entrar en una mirada de lo humano a todo a todo nivel, como un desafío para la vida de la Iglesia.
-¿Cómo está con su rol de presidente de la Conferencia Episcopal Argentina?
-Muy contento. Tengo un muy buen equipo de trabajo. Hay un mendocino, un sacerdote mendocino, Matías Tarico, que es el subsecretario y que aquí en Mendoza estaba en la Pastoral Social.
Está el Obispo Usia de San Isidro, que es el secretario general. Tengo un buen equipo de comunicación, el padre Maxi y Gonzalo. Tengo dos vicepresidentes que me acompañan mucho, el cardenal Rossi de Córdoba y Monseñor Fernández de Jujuy y una comisión permanente muy renovada en cuanto a que es una generación más joven que la que teníamos antes y eso permite una mayor fluidez comunicacional.
Estamos afrontando la renovación de nuestro estatuto, haciéndonos preguntas en torno sobre la sociedad y para qué Iglesia. Entonces en la evaluación, el discernimiento es muy rico, muy vivaz.
Tratamos de desentrañar aquellas cosas que a nosotros nos traban o nos impiden ejercer bien nuestra misión, institucionalmente hablando. Buscamos cómo apostar a una mayor transparencia, a organizar mejor los niveles de debate interno para traducir en pasos de avance lo que son tensiones naturales de cualquier organismo.