Raúl Mercau
Plan “Colchón”: ¿devolverá el sueño a los argentinos?
El autor de la nota, el economista Raúl Mercau, analiza la medida anunciada por el gobierno de Javier Milei para facilitar el uso de dólares sin declarar.El gobierno nacional ha anunciado una serie de medidas para facilitar el uso de los dólares que tienen los argentinos sin declarar. Es el denominado “Plan Colchón”, por la folclórica tradición que señala que los argentinos han guardado al menos parte de sus ahorros en dólares debajo del colchón para protegerse de la inflación.
El origen de los dólares de los argentinos
¿Por qué los argentinos han atesorado sus ahorros en dólares? Básicamente porque la moneda de uso legal, los pesos, ha perdido constantemente su valor o poder adquisitivo por la evolución creciente de los precios, es decir, por la inflación.
La moneda surgió como una manera práctica para facilitar las transacciones, que de otro modo debían hacerse mediante el trueque. Con ello, se buscó que esta moneda cumpliera algunas funciones básicas. Si buscamos estas funciones básicas por medio de la IA, nos dice que el dinero debe servir como “Medio de Cambio”, es decir, facilitando las transacciones al eliminar la necesidad de trueque directo. Además, debe ser “Unidad de Cuenta”, esto es, como una medida común para expresar el valor de los bienes y servicios y con ello poder comparar precios y tomar decisiones de compra informadas. Por último, debe servir como “Depósito de Valor”, para ser guardado y utilizado en el futuro para adquirir bienes y servicios, para ahorrar y acumular riqueza.
Los pesos hace rato que perdieron estas funciones, sino todas por lo menos algunas de ellas. Sigue siendo un medio de cambio o intermediario en las transacciones, especialmente las de poco monto y de consumo casi inmediato. Difícilmente vayamos a comprar un alfajor o un paquete de pastillas al kiosco con dólares, pero si queremos comprar una casa, un auto u otro activo de gran valor, probablemente el vendedor nos pida que lo hagamos en dólares. Es decir, para la compra de bienes durables generalmente la moneda común será el dólar (o pesos que se actualicen o se vinculen a la evolución de esta moneda). Por otro lado, como una unidad de cuenta, ha perdido su utilidad. Debido a la inflación, para poder conservar su propiedad de ser una unidad de cuenta debe actualizarse permanentemente por algún índice de precios, para hacer comparable los precios expresados en pesos en distintos momentos del tiempo. Sin embargo, es más fácil si los precios están expresados en dólares de la época, lo que facilita la comparación. Finalmente, como depósito de valor debido a la depreciación constante por el proceso inflacionario hace que la solo conservación de los pesos sea una garantía de pérdida del ahorro y de la supuesta acumulación de riqueza.
Todo esto ha derivado a que el sistema monetario argentino use para cubrir sus funciones tanto a los pesos como a los dólares. De allí la denominación de “sistema bimonetario” en el caso argentino.
Ahorro versus atesoramiento
El problema de ahorrar en dólares cuando hay restricciones a su uso es que el ahorro se transforma en su peor versión para el normal funcionamiento de la economía: atesoramiento. La diferencia es que desde el punto de vista macroeconómico el ahorro sirve cuando es fuente de financiamiento de la inversión. Eso generalmente ocurre cuando los ahorros se canalizan en el sistema financiero a través de ahorro en los bancos, o en el mercado de capitales a través de instrumentos especializados. Estos fondos, ahorrados por unos son solicitados por quienes necesitan esos fondos a cambio de una retribución a los ahorristas. Cuando los dólares se guardan bajo el colchón desaparecen del sistema productivo y por lo tanto no ayudan a la inversión y por lo tanto al crecimiento. El ahorro se transforma en atesoramiento.
Las bondades del Plan Colchón
En este último sentido, dado que el sistema es bimonetario, se hace necesario que los ahorros en dólares puedan cumplir su función de financiar la inversión. Es por ello que el gobierno intenta con esta medida que los dólares puedan volcarse al sistema y con ello estimular la compra de bienes, especialmente en el caso de las operaciones inmobiliarias o de autos usados. La desregulación propuesta, además, pretende bajar los costos de transacción (es decir, costos burocráticos adicionales) que han surgido por el control del origen y uso de los dólares atesorados. Otras medidas también tienden a mejorar la competencia entre las entidades financieras tradicionales y las Fintech.
En síntesis, dos son las bondades del Plan que pueden visualizarse al menos en un primer momento: aumento de la inversión en bienes durables y una reducción del costo de las transacciones.
Existen otros efectos que podrían surgir también. Estas medidas deberían redundar, en su conjunto, en un aumento del valor agregado de los servicios financieros, como un corolario de la desregulación. Asimismo, en una reducción de la cotización de los dólares informales y del oficial dentro de la banda. Esto podrían hacer que este último tocara la banda inferior y habilitara al gobierno a acumular reserva por compras que habilita este sistema. Asimismo, si los dólares van al sistema bancario, vía encajes, se aumentarían las reservas brutas internacionales del BCRA.
Posibles efectos no deseados del Plan
Puede que no todo sea color de rosa como pareciera ser por los comentarios anteriores. En primer lugar, esto añadirá circulante a la economía y seguramente se traducirá en un aumento de precios, especialmente de los bienes durables que sean objeto de las transacciones que realicen con los dólares liberados. En segundo lugar, su efectividad dependerá de la credibilidad de la medida, esto es, si los que tienen los dólares guardados no desconfíen (como ya ha sucedido otras veces) que en un futuro les pregunten sobre el origen de esos dólares acumulados y traigan sobre ellos consecuencias patrimoniales, económicas y penales. Por ello, la denominada “segunda fase”, la legislativa (y su letra chica) será fundamental. Y la otra pregunta que queda en el aire es ¿cuánto de esos dólares no sólo vienen de la reacción de los argentinos frente a la inflación y cuántos de actividades ilícitas? ¿Son suficientes los límites, ahora más altos, que se han establecido para no informar ciertas operaciones, para evitar que se cuelen dólares del narcotráfico, del tráfico de armas o de personas?
Los efectos iniciales y las expectativas futuras
Los mercados financieros han dado una respuesta favorable a las medidas, con bajas del dólar y aumento de los bonos argentinos. Han recibido además el apoyo de las inmobiliarias, de los vendedores de autos, de las Fintech y otras instituciones gremiales financieras.
Las expectativas son en términos generales favorables respecto de su impacto sobre las operaciones de activos durables, sobre los niveles de actividad y probablemente sobre los pronósticos de crecimiento. Las dudas, como se planteó, están sobre la inflación y los riesgos de lavado de dinero.
El tiempo y los hechos demostrarán la efectividad o los defectos de la norma, es decir, tanto en sus aciertos como en sus errores.
Por Raúl Mercau, economista