- ¿Qué opinión tienen sobre la disponibilidad de estadísticas provinciales? ¿Alcanza la información actual para analizar la economía mendocina?
- Trabajamos en forma conjunta con la DEIE y su información es clave para nuestros informes. Siempre pedimos más datos, porque cuanto más precisa es la estadística, mejor es la toma de decisiones. Hay información en organismos como ATM sobre cantidad de empresas y sectores de actividad, pero no siempre es accesible al público ni a los analistas. Esto es algo que podría resolverse con acuerdos técnicos y voluntad política. En la medida en que tengamos estadísticas más completas, podremos enriquecer el análisis económico y brindar mejores propuestas de política pública.
- ¿Hay alguna medición concreta que sería importante producir desde la provincia y que hoy no existe?
- Sí, hay datos que ya están disponibles en organismos como ATM sobre cantidad de empresas por actividad, pero no se publican de manera abierta. Son estadísticas que serían muy útiles para entender la dinámica empresarial y laboral de Mendoza. Resolver este problema no requiere grandes reformas, sino más bien voluntad de generar accesos y formatos adecuados. Es un tema que puede solucionarse en el corto plazo si hay cooperación entre el sector público y privado.
- Más allá de lo provincial, ¿qué mirada tenés sobre la economía argentina después de las elecciones de octubre?
- Hacer pronósticos en Argentina es complicado por el ruido político y la incertidumbre. Sin embargo, creo que hay una nueva generación de argentinos que entiende que los viejos modos de hacer política nos llevaron a esta situación. Esa conciencia se expresó en las elecciones de 2023 y debería reafirmarse en las próximas. Si eso ocurre, se consolidará el rumbo actual, basado en la estabilidad fiscal y la previsibilidad macroeconómica.
Personalmente soy optimista, aunque reconozco que la ansiedad colectiva muchas veces nubla la visión de largo plazo. Lo importante es sostener un camino que nos permita generar empleo genuino y crecimiento sostenido, más allá de las coyunturas políticas.
- El Gobierno nacional insiste en una mirada de largo plazo. ¿Coincidís con esa orientación?
- Sí, y creo que es una de las claves para cambiar nuestra cultura. En Argentina y en Mendoza no solemos planificar. Tomemos un ejemplo simple: hasta hace poco las familias decidían sus vacaciones a último momento. Esa falta de planificación se traslada a lo económico.
El mundo nos muestra que los beneficios de pensar a 20 o 30 años son enormes. La minería requiere planes de varias décadas, las obras de infraestructura también. Y ya lo hicimos en el pasado: los mendocinos construimos el trasandino y fuimos protagonistas de la gesta libertadora. Tenemos que recuperar esa épica. La narrativa del Gobierno nacional ayuda en ese sentido, porque pone sobre la mesa la importancia de proyectar hacia adelante.
- Para que haya inversión de largo plazo es clave la seguridad jurídica. ¿Creés que hoy el país ofrece esa confianza?
- El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) es un paso importante. Ya hay proyectos aprobados por miles de millones de dólares, lo que demuestra que existe interés si se ofrecen reglas claras. Pero no alcanza con un régimen especial: necesitamos que la seguridad jurídica sea un proceso sostenido en el tiempo.
No es un punto de inflexión inmediato, es un camino más largo, que exige perseverancia y consistencia. Si logramos mantenerlo, Argentina podrá atraer inversiones estables que contribuyan al desarrollo de las próximas décadas.