-¿Cómo surgió lo del refugio el año pasado?
-El año pasado vimos que murió de frío una persona en situación de calle, lo hablamos en el directorio y estuvimos todos de acuerdo en abrir un albergue para esas personas. Arrancamos nosotros, después contactamos a la Municipalidad de la Ciudad y con la Pastoral Social para coordinar las acciones. Este año no lo ofrecimos porque se venía diciendo que se iba a abrir uno, finalmente no sucedió y otra vez propusimos activar el refugio del año pasado, lo pusimos en funcionamiento en 48 horas.

-¿Cuál fue la experiencia del año pasado?
-Fue muy positiva, pasaron 62 personas. Cinco se hicieron el DNI, el 70% logró reinserción laboral. Venía peluquero, gente de salud mental, les hacían estudios médicos. También se les enseñó a hacer un currículum y gente especializada los contuvo. Todo esto generó muchas cosas, una persona le quiere dar trabajo a otra que sabe un oficio. Mucha gente está ofreciendo lo que tiene, o lo que sabe hacer para ayudar. Un chico que tiene un restaurante ofreció hacer una olla de lentejas, una profesora de yoga también se puso a disposición.
Me queda claro que a la gente le hace bien tiene una causa noble en común, la gente se engancha y ayuda. Sé que mucha gente ayuda y hace cosas, pero hay muchas otras que tienen ganas de hacer y hace falta que se animen, que hagan lo que sienten que sería un aporte para la sociedad. Hay que arrancar y después la gente se suma y colabora.