La Costa de los Esqueletos, ubicada en el noroeste de Namibia, es un desierto que se extiende por más de 500 kilómetros a lo largo de la costa del Atlántico. Su nombre se debe a los numerosos restos de ballenas y a los barcos que encallaron a lo largo de los años, creando una atmósfera inhóspita y misteriosa.
A pesar de sus condiciones climáticas extremas, como la neblina densa, los vientos fuertes y las temperaturas frías, la Costa de los Esqueletos es un refugio de vida silvestre. Diversas especies animales han logrado adaptarse a la escasez de agua dulce. Mamíferos como elefantes, rinocerontes y leones, que se han acostumbrado a vivir con poca agua, recorren las dunas y los cauces de los ríos secos. Por su parte, antílopes y jirafas consiguen sobrevivir gracias a la humedad que proviene del mar.

Las corrientes oceánicas también atraen a mamíferos marinos. Focas y lobos marinos de El Cabo encuentran alimento y refugio en esta costa. De hecho, en ciertas zonas se pueden observar colonias de miles de individuos, convirtiéndose en una de las postales más icónicas del lugar.
Para proteger el frágil ecosistema y garantizar la seguridad de los visitantes, el acceso a varias áreas de la Costa de los Esqueletos está restringido. Se requiere un permiso especial, que se puede solicitar en las ciudades principales o en los puntos de control de acceso.
Ciertas zonas, como las cercanas a la desembocadura del río Ugab, tienen un ingreso regulado. En las partes más remotas, cerca del río Kunene y la frontera con Angola, es obligatorio contar con la compañía de guías especializados. Estas regulaciones permiten a los viajeros conocer la riqueza geológica y ecológica de la región, preservando al mismo tiempo su delicado entorno.